martes, 24 de noviembre de 2009

El éxodo de la esclavitud: talleres clandestinos en La Matanza

Hacinados y olvidados: los talleres clandestinos de costura del conurbano escapan de los allanamientos desde su ingreso en el 2006. Si bien los trabajadores están en condiciones infrahumanas, un informe de la cooperativa La Alameda reveló que los talleres se han incrementado debido a la coima policial. Una investigación sobre el trabajo esclavo, de la mano de las grandes marcas.

Por Nadia Pinto


“No hay belleza en una prenda si esta se produce con hambre y sufrimiento”, dijo Mahatma Gandhi. Con esta frase breve y contundente, el líder hindú delató el mecanismo feroz que desde hace décadas viene atentando contra la libertad de los pobres por medio de la explotación laboral. Un sistema que ya no sorprende en nuestro país.

Gustavo Vera, presidente de la cooperativa textil “La Alameda”, denunció que el año pasado se instalaron 400 talleres clandestinos en La Matanza. En este negocio que ya ronda los 5.000 locales ilegales en conurbano, participan las primeras marcas de indumentaria que sostienen a la industria por medio de la esclavitud, mientras que las autoridades se llevan una parte de la ganancia.

La Matanza, como partido con mayor número de habitantes en la provincia, es una de las zonas más afectadas. Esto se debe a que mueve todo el capital de la industria textil argentina por medio de la mano de obra barata proveniente de inmigrantes indocumentados.

La oleada de los talleres clandestinos en suelo bonaerense comenzó en 2006, de la mano de una tragedia: a mediados de ese año, un incendio terminó con la vida de seis personas de nacionalidad boliviana cuando el cable de una de las máquinas hizo falso contacto en un taller ubicado en el barrio porteño de Flores. Se supo así que, en condiciones paupérrimas, esta familia trabajaba para grandes marcas textiles sin tener ningún seguro ni cobertura por parte de esas empresas.

Si bien el tema abrió un amplio debate en la opinión pública y un sinfín de requisas en la Capital Federal, la mayoría de los talleres que empleaban mano de obra esclava se instalaron en las villas 1-11-14, de Ciudad Oculta, y las 20, 21 y 31, de Retiro, mientras que ya para fines de 2006, unos primeros 700 talleres incursionaron en la provincia.

Este éxodo cambió la situación de la Ciudad de Buenos Aires: una inspección del gobierno porteño estimó que de los cinco mil talleres clandestinos que había, se bajó a tres mil en los últimos tres años. Pero el hecho es que nunca se clausuraron, sino que se fueron adentrando en el área metropolitana, mientras que la justicia seguía allanando lugares específicos y los medios cubrían el tema cuando ocurría alguna noticia aislada.

Denuncias no escuchadas

Actualmente, existen entre 15 mil y 20 mil talleres “en negro” en el Partido de La Matanza, de los cuales 5 mil tercerizan con lugares clandestinos. Abastecen la industria no sólo de las primeras y segundas marcas de indumentaria, sino también de todas las ferias de barrio y paseos de compra, como el mercado Central, La Salada y La Saladita, entre otras.

Los 400 talleres denunciados por La Alameda se encuentran en las localidades de Villa Celina, Villa Madero, Ciudad Evita, Aldo Bonzi y Laferrere, y en las zonas urbanas como Ramos Mejía y Lomas de Millón que están en límite con la Capital Federal. La ONG explicó que la explotación se realiza por condición de servidumbre, promesas de pago y hacinamiento.

En una entrevista telefónica, el ex presidente de la Cámara industrial Argentina de la Indumentaria (CIAI), Héctor Kolodny, agregó que la mayoría de estos nuevos talleres funcionan en cualquier casa familiar, ya que la propia precariedad permite que aparezcan y desaparezcan rápidamente para trasladarse a zonas más convenientes.

Datos proporcionados por La Alameda revelaron que la mayoría de los talleres “truchos” trabajaban para firmas como Soho, Mimo & Co. y Etam, y cobran alrededor de 3,00 a 3,50 pesos la hora, más 1,50 por producción de prenda. Las denuncias vienen de la mano de los propios costureros y vecinos del barrio, mientras que otros casos ya entraron en una causa penal, donde se investiga la responsabilidad de un determinado número de dueños que están asociados a las marcas que, en mayor medida, son las que tratan de cubrir la situación.

Uno caso particular es el de un taller ubicado en Villa Celina, donde los trabajadores tienen una jornada laboral de 12 horas diarias y están indocumentados. No sólo están expuestos a la mala conexión del cableado eléctrico, sino que los costureros nunca recibieron comida ni desayuno y les adeudan gran parte del sueldo.

No sorprende que muchos casos toquen esa localidad, porque en esa zona se concentra la mayor cantidad de talleres clandestinos que proveen a La Salada y al Mercado Central. Un punto clave es el barrio 17 de noviembre, mejor conocido como “Pequeña Cochabamba”, donde conviven alrededor de un 90% de extranjeros de origen boliviano y, a pesar de que el lugar carece de asfalto, cloacas e iluminaria, es una zona ubicada de forma estratégica ya que están a pasos de la Capital Federal y a metros de los grandes mercados del Conurbano.

Ante esta forma de explotación, una de las autoridades de la Cámara Textil de la Indumentaria (CIAI), Juan Carrera, aseguró que existe una unión de la atomización con el mercado de valor que se da tanto en Capital como el conurbano. Esto significa que la realización de las prendas se basa en un sistema de producción donde se necesitan muchos talleres para fabricar distintas partes de una misma prenda; por otro lado, los minoristas compran a proveedores que le dan facturas en regla pero subcontratan en negro. Para Carrera, la solución no es clausurar todos los talleres clandestinos sino controlar los establecimientos medianos que trabajan en negro, facilitar el “blanqueo” de personal otorgando créditos a cooperativas, acordar con las cámaras para que asuman una parte de la responsabilidad y promover la concientización de los consumidores sobre el origen de la ropa.

El “control” policial

El titular de La Alameda, por su parte, considera que no es tan sencillo blanquear la situación de miles de costureros que están en situación de esclavitud. De hecho, sostiene que ya es muy difícil realizar una investigación dentro de La Matanza, porque es una de las áreas menos controladas y con pocas inspecciones en comparación con la Ciudad de Buenos Aires. Tanto es así que hasta el momento, ningún juzgado federal trató el tema de los talleres clandestinos con vista a regularizar la situación.

En 2007, se realizó el primer operativo del conurbano: se trató de desmantelar maquinarias en el barrio José Luis Cabezas, de Isidro Casanova. El detonante fue que los vecinos estaban cansados de los continuos cortes de luz porque el taller sobrecargaba los medidores comunitarios que existían en la zona, no apta para el desarrollo industrial.

El allanamiento que se realizó en 40 talleres fue coordinado por la Municipalidad de La Matanza, inspectores policiales y la Policía Federal, al tiempo que los vecinos, que tuvieron un asesoramiento de la Defensoría porteña, presentaron una denuncia penal ante el municipio de Morón. El conflicto llegó a tal extremo que algunas personas inclusive quisieron frenar las camionetas para que no retiraran las prendas mientras que otros pretendían prenderles fuego a los talleres.

Aunque el Ministerio de Trabajo bonaerense dijo sentirse “conforme” con el procedimiento, los vecinos no tuvieron respuesta con respecto al consumo de energía, la trata de personas y la reducción a la servidumbre, así que por intermedio de La Alameda denunciaron el hecho ante la Defensoría porteña y el Observatorio de Derechos Humanos de migrantes Bolivianos, creado después del trágico accidente del 2006.

Vera denunció que la Municipalidad de La Matanza actúa de manera impune porque el 54% de la energía que debería ser suministrada a los barrios carenciados, se le otorga a los talleres clandestinos, en una estrategia por “financiar el desarrollo comercial de las grandes marcas”.

A esto se suma la coima de la bonaerense para hacer caso omiso a la situación. En el barrio 17 de Noviembre, de Villa Celina, muchos vecinos y ex costureros soportan allanamientos “truchos” de los que extorsionan a los indocumentados a pagar cierta suma de dinero para que no les secuestren las máquinas. La policía llega a cobrar veinte pesos por cada denuncia de explotación. Esta forma de actuar de los efectivos se venía manifestando en la Capital Federal, donde incluso cobraban entre 500 y 1.000 pesos para hacer “la vista gorda” ante las irregularidades.

Un mercado que crece cada día

El negocio textil es uno de los más prolíficos del país: según las cifras de CIAI, es un negocio que mueve alrededor de 750 millones de dólares por año en Capital y GBA, e inclusive supera tres veces a las exportaciones de vinos argentinos, dos meses de facturación de la industria automotriz y el total de las exportaciones anuales de software y servicios informáticos del país. La millonaria cifra representa entre el 30 y el 35% de todo el dinero que mueve el negocio de la indumentaria y, según señaló el director ejecutivo de la Cámara, Héctor Kolodny, la mitad de la producción de prendas proviene de lugares clandestinos.

Por su parte, el titular de la Unión de cortadores de la Indumentaria, Heraldo Mage, indicó que el estado tiene las atribuciones necesarias para detectar estas irregularidades pero si no lo hace es porque existe una convivencia entre los inspectores y el pago de coimas. Mage también denunció que la tercerización acabó en trabajo en negro porque muchas empresas, como el caso de Soho y Mango terminaron vendiendo las máquinas a sus operarios como forma de pago, saliendo del sistema de trabajo laboral en una planta.

Aunque se realicen operativos conjuntos, la solución va por otro lado: es difícil arreglar una problemática cuando existen coimas policiales y patoterismo de barrabrava a la vuelta de la esquina. Una nueva reforma puede blanquear los talleres clandestinos si las grandes firmas aceptan su responsabilidad. Aunque suene utópico, los polos textiles de Barracas y San Martín ya son la esperanza de vida para miles de costureros ¿Se podría realizar lo mismo en La Matanza?

domingo, 15 de noviembre de 2009

Como una pelota en un call center

Las precarias condiciones laborales y de contratación de los teleoperadores ya no son un tema que interese a los medios de comunicación. Sin embargo, más de 65 mil jóvenes continúan siendo golpeados y pisoteados en un partido donde no parece haber árbitros


Por Federico Adalián


Afuera, las luces de la calle poco a poco van perdiendo su brillo, y la mayoría de la gente se dedica a disfrutar de sueños plácidos en una tranquila noche de viernes. Pero, al mismo tiempo, en unas oficinas del microcentro, a un joven de 21 años, vestido con bermuda camuflada y una remera de Charly García, le toca recibir "amablemente" quejas chillonas por un auricular que carcome lentamente su voluntad auditiva, mientras se pregunta: “¿Por qué me duele tanto la cabeza?"

Emilio León trabaja desde hace tres años en una de las tantas empresas de Call Center “off shore” que existen en el país, prestando servicios a varios países de Europa. Consiguió el empleo gracias a su facilidad para hablar varios idiomas. Pero su empobrecido recibo de sueldo no refleja el valor de sus capacidades. Es posible que su malestar se deba a las presiones que siente en un trabajo "regulado" por un convenio que no regula de manera exhaustiva los horarios y ritmos laborales, por lo que las llamadas le llueven incesantemente.

Este joven universitario, que necesita el dinero “para bancar sus estudios”, muchas veces se pregunta quiénes son los jugadores y qué posiciones ocupan en la cancha de este “metegol” donde lo pisan y lo patean, dándole a entender que él es la pelota. Como la mayoría de sus compañeros de trabajo, Emilio aún no posee herramientas para darse cuenta de que su realidad no es singular, y que las masas de teleoperadores argentinos, que se encuentran insertos como engranajes en una enorme maquinaria cuya existencia los trasciende.

Según estudios científicos, el síndrome de estrés laboral crónico (burn out), que, entre otras cosas, genera jaquecas, trastornos del sueño y digestivos, palpitaciones, falta de aire, contracturas musculares, desgano, alteraciones cognitivas, pérdida de concentración y de memoria se desarrolla en médicos y docentes a lo largo de 5 o 15 años. Sin embargo, en los empleados de Call Centers bastan sólo dos años para que el problema esté instalado de manera profunda y acarree un peligro latente para la salud a largo plazo.

El director médico de la Asociación de Medicina del Estrés de Córdoba (Amec), Pablo Cólica, llevó a cabo un estudio sobre 100 jóvenes de ambos sexos, con un promedio de edad de 25 años, que se desempeñan como agentes de atención telefónica de consultas y reclamos. "El síndrome es causado por trabajar, por lo menos, seis horas con un alto grado de exigencia, sobreestimulación auditiva y visual, escasas pausas y maltrato psicológico de jefes y supervisores", explica Cólica. Para el experto, "esto produce un desgaste neuronal que se refleja en alteraciones cognitivas y altera los procesos de envejecimiento intelectual y físico". Estas señales son “manifestaciones de modificaciones biológicas”, y aunque el investigador señala que "gracias a su juventud, los chicos de los Call Centers todavía tienen la posibilidad de ser tratados en forma adecuada para volver a la normalidad", si no se alejan de esa clase de actividad, el cuadro puede complicarse y volverse crónico.

Las estadísticas marcan que el 72 por ciento de los teleoperadores padece gastritis, y Cólica agrega que "al estar inmunodeprimidos, sufren de una gastritis constante y van a ir a una úlcera con toda seguridad". Con estos datos elocuentes, Emilio tal vez comprendería mejor los motivos de su malestar habitual, de sus faltas de motivación para asistir a la universidad y de los continuos cambios de humor. También, es probable que esto lo lleve a cuestionarse: "¿Por qué el sindicato no hace nada para defenderme?".

Posiciones en la cancha

"Cualquier iniciativa que beneficia a los trabajadores toca fuertes intereses empresarios", afirma Liliana Olivero, legisladora de la provincia de Córdoba y representante de la izquierda socialista, que presentó, junto con los legisladores Julián Benassi y Eduardo Fernández, un proyecto de ley para call centers que apunta a una mejora de las condiciones de trabajo. La iniciativa busca legislar sobre una actividad que sigue creciendo día a día, donde "las condiciones de precarización y flexibilización laboral no escapan al conocimiento de nadie", por lo que la situación "es por demás preocupante". Olivero habla de un "vacío legal" en lo que respecta a los centros de llamadas, donde que el personal "es altamente calificado, con manejo de idiomas y, en general, estudiantes de nuestras universidades", que constituyen "el capital humano que tiene un destino protagónico en el futuro de nuestro país, y que es necesario preservar".

Bajo el nombre de "Régimen Especial Básico para el Teleoperador" (N°108/4676-d-05), esta iniciativa se presentó en la Cámara de Diputados con firmas como las de Miguel Bonasso, Julio Accavallo, Alberto Piccinini, Claudio Lozano, y Patricia Walsh. En sus fundamentos contiene especificaciones y estudios científicos que procuran velar por la salud de los empleados en los Centros de Contactos, pero lamentablemente para muchos, y afortunadamente para unos pocos, hasta el día de hoy nunca fue incluida en el orden del día para ser tratada.

Argentina: primera en la tabla de posiciones

Por su parte, la socióloga Andrea Del Bono, investigadora del CONICET, realizó estudios sobre la evolución del negocio de los call centers que determinaron que Argentina ocupa el primer lugar del negocio en Latinoamérica. Sin embargo, los actores sindicales “no poseen la capacidad para representar una contención real para el avance de las formas flexibles de trabajo asociadas a la deslocalización y a la subcontratación de actividad referidas a los call centers", detalla la especialista.

Mientras en el ámbito empresarial actual se pueden observar signos de disconformidad ante la realidad del país, sabiendo que en Argentina la hora hombre cuesta 10 pesos, pero que en Colombia, 7, en Perú, 5, y en Corea, 3, nadie parece tener en cuenta el valor de la hora hombre en Europa (aproximadamente 18 mil a 25 mil euros por año, 2 mil euros por mes) o en Estados Unidos, países de origen de estas empresas. En los últimos años, Del Bono observó un aumento sostenido en el número de call centers que vaticina un incremento importante en la facturación de centros de llamadas, cuyo conjunto de empleados (la mayoría estudiantes universitarios) ya superó en 2008 los 65 mil puestos de trabajo a nivel nacional. La llegada de estas multinacionales al país busca lucrar a partir de las ventajas de la devaluación y de las condiciones precarias de contratación, para así alcanzar un mayor margen de ganancias, sin tener demasiadas consideraciones ante explotación de los jóvenes trabajadores argentinos.

En lo que hace a acciones concretas, la Cámara de Centros de Contactos le pidió al Gobierno Nacional mayores ventajas impositivas y solicitaron ser beneficiados con la Ley de Promoción del Software, por pertenecer al "sector" que fomenta dicha actividad, lo que les daría una reducción de hasta un 60% en el impuesto a las ganancias y del 70% en las contribuciones patronales.

Emilio podría ahora ver con mayor claridad las posiciones que ocupan en la cancha las leyes, el sindicato, el gobierno, los empresarios, el dinero, los intereses y demás implicados en este metegol donde él continúa siendo la pelota a la que se puede patear, golpear, ensuciar. Pero también, se podría dar cuenta de que su valor es mucho mayor del que creía, ya que sin él, el partido no se juega.

sábado, 7 de noviembre de 2009

Especímenes - El periodista deportivo de "la nueva escuela"

En la década de los '90 comenzó a surgir, por todos los medios de comunicación, una nueva era de periodistas deportivos. Como consecuencia de que el deporte más popular en la Argentina es el fútbol, el espacio dedicado a esa actividad, ya sea en radio, televisión o en los diarios (ni hablar de Internet), es ampliamente superior a la de cualquier otra disciplina. Con este escenario es que fueron surgiendo las “escuelas de periodismo deportivo”. La ecuación podría entusiasmar a cualquiera: tres o cuatro años de estudio y una salida laboral. Eso sí, previo pago de una jugosa cuota mensual.

Por Federico Campos

Se suele decir que todo periodista debería tomar distancia de los protagonistas para no ser influido por sus intereses, y así tener una mirada lo más neutral posible. Sin embargo, esta clase de periodistas aggiornados tiene una particular manera de ejercer la profesión.

Por ejemplo, dicen a los cuatro vientos “yo soy menottista o bilardista”, sin que les tiemble el pulso, a pesar de que es lo mismo que si alguien que se dedica a informar sobre política dijera “yo soy kirchnerista o menemista”. Si hiciera algo por el estilo, perdería total credibilidad. Pero la “raza” que se dedica específicamente al fútbol es inimputable y se le perdonan hasta los errores más garrafales. Son amigos de los futbolistas, de quienes luego deberán analizar su rendimiento en la cancha o si merecen o no ir al mundial Sudáfrica 2010. Además, tienen amigos técnicos, amigos dirigentes de clubes, amigos en la AFA, etc.

Hay decenas de programas dedicados al deporte (siempre, con un 90 por ciento de fútbol), pero solo un pequeño porcentaje se dedica a analizar el juego en sí o los rendimientos individuales. En general, pasan la mayor parte del tiempo debatiendo sobre las peleas en los planteles, si Fulano no le pasa la pelota a Mengano por problemas de cartel o si tal jugador es buen o mal compañero. Realizan extensísimas crónicas cuando hay internas en un club grande, como si en los medios no existieran los celos, las envidias y las rispideces entre los compañeros de trabajo. Dedican un gran espacio a especular sobre lo que gana determinado jugador o director técnico, pero jamás aceptarían que alguien develara el sueldo que ellos mismos cobran. Muchas veces, también se los puede escuchar decretando que un futbolista “está robando” (que en la jerga significa que debería dejar el fútbol), o bien, pidiendo lisa y llanamente la renuncia de un técnico, porque “su ciclo está agotado”. Jueces, fiscales y periodistas, todo a la vez.

Otra gran especialidad es la de expertos en estadísticas insignificantes. Ejemplos sobran: “Palermo convirtió el gol 500 en la historia de los superclásicos”; “Delgado convirtió el gol 7 mil de la historia de la Copa Libertadores”; “Boca nunca pudo ganar como visitante cuando lo dirigió tal arbitro”. Algo así como decir: “El último acto de Cristina Fernández en González Catán fue el número 35 de un presidente en esa localidad”, o “Cristina utilizó 3 mil palabras en su último discurso”.
Al fin y al cabo, todas estas “virtudes” fueron aprendidas en las emblemáticas academias de periodismo deportivo que abundan en la actualidad. Y que, como se ve, vienen haciendo escuela.

miércoles, 4 de noviembre de 2009

El escuerzo - Lo que es De Vido

Lo conocemos. Acompañó a Néstor Kirchner durante todo su mandato en Santa Cruz, desde 1991 hasta 2003. Fue Ministro de Economía y Obras Públicas provincial, así como también ministro de gobierno y diputado. Cuando Kirchner asumió como Presidente en 2003, lo nombró Ministro de Planificación Federal, Inversión pública y Servicios, cargo que fue ratificado por Cristina Fernández. En Sapos de otro pozo les ofrecemos apenas algunas pinceladas sobre Julio De Vido, una pintura plasmada con datos precisos que están documentados en su declaración jurada. Pasen, vean… y aten cabos.


Las cuentas no cierran
Por Mauro Brissio


¿Puede alguien que cobra 144.935 pesos anuales haber comprado una lujosa casa en un barrio privado, valuada en casi 14 millones de dólares? El ministro de Planificación Federal y Obras Públicas, Julio De Vido, lo hizo. En 2007, adquirió una vivienda por la que dijo haber pagado 1.291.100 pesos, según su declaración jurada. Sin embargo, por una casa como la que compró el superministro, en el exclusivo “Centro Puerto Panal Farmclub”, de Zárate, en el mercado se pagan varios millones de dólares más.

Luego de contactarse con diferentes inmobiliarias de la zona, este medio pudo saber que el metro cuadrado en ese country está cotizado en US$ 350, sin contar el precio de la vivienda. Además, dependiendo del tipo de paisaje, los vecinos y la ubicación del terreno, el valor va creciendo exponencialmente. El campo de De Vido tiene 39.499 metros cuadrados y con una cuenta muy simple, multiplicar esa cifra por la cotización de la tierra, el resultado que se obtiene es de 13.824.650 dólares. Es decir, muchos billetes verdes por sobre los que declaró el ministro. ¿Funcionará bien su calculadora?

La flota de De Vido
Por Federico Adalián

A lo largo de una década K, la “flota automotor” de Julio De Vido, poderoso ministro de Planificación Federal, Inversión Pública y Servicios, se redujo en cantidad pero creció en calidad, según datos de sus declaraciones juradas. Siempre con un sueldo que rondó los 8.000 pesos, desde 2003 hasta 2005 De Vido dijo ser dueño, junto a su ex esposa, Alessandra Minnicelli, de un Renault Scénic modelo 98, un Volkswagen Gol y una 4X4 Lada Niva. En el caso de los dos últimos vehículos, el ministro los cambió por modelos más nuevos. Por ejemplo, la Niva original, valuada en unos 10.000 pesos, la trocó por una más moderna, de 21.000 pesos. Pero en 2006, la tropa vehicular de De Vido se redujo drásticamente: sólo quedó la 4X4, que está a su nombre y al de su ex esposa, que pasó a ser dueña en exclusividad de una lujosa camioneta Toyota Hilux SW4, con un valor de 90.000 pesos, más que la suma de los tres coches que supo tener.

El Superministro no olvida a sus parientes
Por Nadia Pinto


Sin dudas, el ministro de Planificación Federal y Obras Públicas, Julio De Vido, privilegia a sus “afectos” a la hora de escoger a la persona indicada para dirigir al organismo de control que vigile, justamente, el millonario manejo de caja que se da en su ministerio. Así sucedió en 2003, cuando su ex esposa, Alessandra Minnicelli, llegó a la poderosa Sindicatura General de la Nación (Sigen). Y aunque se trata de un ente autónomo que supervisa las cuentas del Poder Ejecutivo, el desembarco de Minniccelli generó muchas sospechas. Para el conjunto de la oposición, su designación le quitaba a la Sigen su independencia de acción y capacidad de corregir medidas en el Estado.

Aunque los Deberes y Pautas de Comportamiento consignados en Ley de Ética Pública marcan que los funcionarios deben abstenerse de usar instalaciones y servicios del Estado para beneficio particular o de un familiar ajeno a la función, el responsable de Planificación y Políticas de Transparencia de la Oficina Anticorrupción (OA), Nicolás Raigorosky, sostuvo que no había impedimento jurídico. Polémicas al margen, no es esta la primera vez que el “superministro” De Vido facilita un puesto a un familiar cercano. También designó a sus hijos Facundo y Eduardo De Vido como secretario privado y secretario de Ciencia y Tecnología, respectivamente. Y su antiguo cuñado, Claudio “el Mono” Minnicelli, terminó como asesor de la Secretaría de Transporte.

Por cuatro años seguidos, el ministro entregó a la OA una declaración jurada donde Minniccelli figuraba como “miembro adjunto de la Sigen”. Según estos documentos, la ex esposa del funcionario ocupó ese puesto hasta 2007, con un sueldo anual de 131.317 pesos, muy útiles para adquirir su lustrosa Toyota Hilux, valuada en 90.000 pesos. Un dato picante del expediente es que ese mismo año Minniccelli registra tres deudas: una de ellas, casualmente, con la Administración Federal de Ingresos Públicos (Afip).

martes, 3 de noviembre de 2009

Especímenes - Ser futbolista hoy

Lejos de entrar a la cancha con el cuchillo entre los dientes, los jugadores actuales son obsesivos de la estética y el cuidado personal. Con ustedes, el “metrosexual de la pelota”.

Por Juan Britos


Le duelen los ojos, los dedos y, un poco, el nervio ciático de tanto jugar a la Play Station con su compañero de cuarto. El mensaje de texto de su novia “botinera” lo despabila de la inercia tecnológica y le recuerda que la vida es un trámite que requiere de cierta burocracia. Para matar el tiempo, elige Internet. La ventana al mundo.

Tras un moderado almuerzo, sube al micro escuchando el reproductor de audio que trajo del último viaje por Europa. Ensimismado, observa al resto de los mortales que caminan junto a sus familias, con una mueca de resignación.

Cumbia santafesina, “Bombón asesino”. Mascando chicle se pasan los minutos hasta arribar al estadio, que desborda de fanáticos cuyos rostros exhiben evidentes signos de violencia reprimida, lista para ser eyectada hacia los veintidós protagonistas, el rival y quien se interponga en el camino.

Apura el paso entre cámaras, micrófonos y preguntas de dudoso contenido. Aduladores de profesión, lo consultan por cuestiones que no hacen a la cosa. Pone la mejor cara y contesta con el cassette: “e’ un partido muy difícil, ningún rival te regala nada, el ‘fubol’ se emparejó”.

Se alisa el pelo frente al espejo del camarín mientras su mano derecha esparce bronceador sobre el rostro tenso. El objetivo primordial es aprovechar el sol dominical para lucirlo por la noche en Esperanto. Ladeando la cabeza, que luego brillará bajo la atenta presencia de cuarenta mil gargantas fervorosas, observa a su compañero de equipo, que luce un torso tallado por la gimnasia y el cuidado profesional.

Siente envidia y admiración, un crisol de sensaciones que lo sumergen en un estado cercano a la impotencia. Pero no hay tiempo para desvanecerse frente a la realidad. Es hora del precalentamiento. El profesor llama y el grupo acude de inmediato. Vinchas negras por doquier, que prolijamente sujetan melenas y además sirven para presentar las marcas de turno que promocionan quién sabe qué cosa.

Antes de comenzar con el repiqueteo tradicional, chequea que el slip sea el adecuado en caso de quedar desnudo ante una multitud de enardecidos que solo desean el triunfo, pese a todo y pase lo que pase. Una promotora lo mira embelesada. Sabe que será suya, así es el destino. Exagera algunos movimientos para parecer aún más potente. La demostración de vigor es una cualidad que no puede faltar a la hora de la seducción. Terminada la entrada de calor, es hora de la charla técnica. Pero la mente vuela lejos de la postal táctica, atravesando las paredes del vestuario atestado de perfumes, cadenas de oro y remeras de diseño italiano.

La multitud anuncia con sus cánticos de guerra que la hora del match ha llegado. Tiembla el mundo y es momento de saltar al verde césped. Pero antes hay que supervisar que todo esté en orden: pelo, camiseta, botines fosforescentes. Todavía hay tiempo para chequear el celular por última vez y enterarse que por la noche habrá fiesta de la espuma. “Que garrón -piensa en silencio, mientras entrecierra los ojos y reza un Padrenuestro-. Se me va a arruinar el alisado”.

domingo, 1 de noviembre de 2009

Ojos saltones - La Tierra, con diagnóstico reservado

Cada vez son más las películas que narran el Apocalipsis. Pero no se trata de los clásicos géneros de la ciencia ficción futurista o el cine catástrofe, en donde uno sabe que detrás del espectáculo no hay más que una recreación que apunta a entretener. Hoy la destrucción de la Tierra es una posibilidad tangible de la que se ocupe el género de lo real, el documental, a través de relatos con información certera e ineludible.

Por Jesica Marchetti


En septiembre pasado, una noticia nos llamó la atención, especialmente porque parecía escondida en medio de la habitual avalancha de malas nuevas. Los diarios informaban que el agujero de Ozono se estaría reduciendo.

Quizás por romper con la rutina o en un intento de dejar de abrumar a los lectores con informaciones perturbadoras, la nota sugería que la capa protectora ha dejado de deteriorarse y recuperará su estado normal hacia el año 2075. Por lo visto, muy lentamente, algunas medidas implantadas en el Protocolo de Montreal, en 1987, están teniendo sus efectos. La cuestión es, precisamente, no dormirse y permanecer en estado de alerta. Eso es lo que proponen las películas que en los últimos años se han ocupado de explicar el impacto del calentamiento global.

Una de ellas es Home, un film documental que muestra cómo en diversas partes del globo se abusa de los recursos naturales de las formas más extremas. Para los más escépticos, en este caso no pretende lucrar con un relato del fin del mundo como si de una película de terror se tratase, sino todo lo contrario: la obra dirigida por el francés Yann Arthus-Bertrand está disponible en YouTube para que cualquiera pueda verla gratuitamente en Internet.

Con calidad HD (High Definition) y tomas impresionantes sobre las maravillas de nuestro planeta para el deleite de los más exigentes, el film grafica cómo cada persona termina por ser cómplice de la débil salud de la Tierra. Invernaderos en pleno desierto del Sahara para prolongar las cosechas; gallinas alimentadas constantemente gracias a la luz artificial en México; montañas enteradas dinamitadas en la Argentina para buscar un gramo de oro; grandes polos agrícolas en Estados Unidos donde el ganado nace, crece y muere en el mismo lugar sin siquiera haber conocido el gusto del pasto. Todo para que se desperdicien por año 10 millones de toneladas de alimento, se contaminen ríos y mares y se lancen al aire componentes químicos que terminan por degradar la única protección que tenemos ante los rayos ultravioletas del Sol.

Una verdad incómoda. No es solo una realidad, sino que fue el titulo que eligió el ex vicepresidente norteamericano, Al Gore, para la recopilación de sus conferencias a lo largo del mundo en formato de película. Luego de perder las polémicas elecciones en el año 2000 contra Geoge W. Bush, el ex vicepresidente de Estados Unidos decidió terminar con las especulaciones sobre el calentamiento global para dar sólo precisiones: el tiempo se acaba y hay grandes empresarios con intensiones de contaminar hasta la última gota de los océanos con tal de obtener ganancias.

Dirigida por Davis Guggenheim, An inconvenient truth (tal es el título original del film) ilustra los daños fisiológicos sufridos por el planeta durante las últimas décadas. Las perspectivas son estremecedoras. En esta misma línea se ubica una producción financiada por el actor Leonardo Di Caprio titulada La última hora, que describe las consecuencias del cambio climático afecta en la actualidad y proyecta los peligros a futuro.

La conclusión en los tres casos es la misma: es cuestión de que cada uno, desde su pequeño lugar, ponga su granito de arena para que la historia siga adelante.

Con respecto a la capa de gas, si bien es cierto que el ancho del orificio ha disminuido en comparación al año 2008 -cuando alcanzó su máxima extensión de 27 millones de kilómetros cuadrados sobre la Antártida- esto no quiere decir que el problema haya desaparecido. Se trata de un fenómeno natural: todos los años, con la llegada de los primeros calores al hemisferio sur, la perforación se cierra completamente para volverse a abrir en la época invernal.

Es por eso que si bien los especialistas de la Agencia Estatal de Meteorología anunciaron que la capa de ozono estará recuperada entre los años 2050 y 2075, eso no implica que la densidad sea óptima, por lo que los rayos ultravioletas podrían atravesar la capa de igual forma o aún peor: podría abrirse otro agujero cómo ocurrió hace unos años en África. Las recomendaciones también apuntan a una misma sugerencia: de ahora en más, nuestro mejor amigo será el protector solar.

Home (2009)
Dirección: Yann Arthus-Bertrand



La verdad incómoda (An Inconvenient Truth, 2006)
Dirección: Davis Guggenheim


La última hora (The 11th tour, 2006)
Dirección: Nadia Conners, Leila Conners Petersen