A partir de la puesta en marcha de la Asignación Universal
por Hijo, la matrícula del nivel inicial aumentó en gran medida en la Provincia. Sin
embargo, la cantidad de niños inscriptos sobrepasa ampliamente la
disponibilidad de salas de jardín. A pesar de la obligatoriedad que establece
la ley, más de 20 mil chicos de cuatro
años ven frustradas sus ilusiones de transitar la infancia en un
establecimiento educativo.
Por Carolina Ramos
Cuando Ezequiel
abrió su cuaderno forrado en azul a lunares y se encontró con hojas blancas con
más de una decena de rayas negras a lo ancho, no supo qué hacer. Miró a su
alrededor. Sus compañeros, sentados en otros bancos en mesas de a dos, tomaban
con facilidad el lápiz entre sus dedos.
-
Abrimos
el cuaderno, día lunes, y escribimos nuestro nombre.
La maestra Inés,
pelo corto y sonrisa simpática, los observa desde el frente del aula del
Instituto Parroquial Santos Ángeles Custodios en Ituzaingó.
Ezequiel se
volvió a su hoja. ¿Cómo garabatear algo en ese espacio tan diminuto que hay
entre línea y línea? Escribir sobre eso que llaman “renglón” era más difícil de
lo que imaginaba. De hecho, Ezequiel tampoco sabía escribir su nombre. Ezequiel
nunca fue al jardín.
“En el prescolar se trabaja achicando cada vez más los
espacios. Empiezan con hojas grandes y lisas, para cuando llegan a primer
grado, donde se encuentran con un cuaderno que tiene renglones. A los que no
van al jardín les cuesta muchísimo eso”, explica Inés. La reducción de espacios no se nota sólo en las hojas: también
en el aula misma. Las grandes mesas redondas con varias sillas alrededor quedan
atrás. Los chicos se sientan de a pares, mirando al frente, donde está la
maestra.
Pese a que la Ley de Educación Provincial 13.688, en el
marco de la Ley Nacional
de Educación 26.206, establece como obligatoria la asistencia a las salas de 4
y 5 años, Ezequiel es una de las tantas excepciones. “No hay vacantes” fue la
respuesta. Ezequiel es uno de los 24.197
chicos de la provincia de Buenos Aires que no asistieron a sala de 4.
También forma parte de los 21.560 niños
que tampoco fueron a sala de 5.
Suena el timbre. Los chicos corren al patio del recreo en
tropel. Ezequiel llega después que el resto. Solitario, observa desde un banco.
Los chicos juegan en grupos. Hay un líder, que es el que “dirige” a los demás y
elige los juegos. Cada uno ocupa un rol.
La importancia del jardín de infantes
radica en “aprender a socializarse, y poder detectar anormalidades
tempranamente”. El fin último: “evitar
fracasos en la primaria”. Por eso, en
octubre de 2009, el decreto 1602/09, más conocido como Asignación Universal por Hijo, vendría a revolucionar las
matrículas escolares.
Cincuenta jardines y dos en pronta inauguración hay
en el distrito de Merlo. Sin embargo, “en este momento tenemos aproximadamente
3 mil chicos en lista de espera, de tres, cuatro y cinco años”, puntualiza la Inspectora de Nivel
Inicial del partido de Merlo, Mariel Sulpizii.
-
Eze, ¿por qué no vas a jugar con los chicos?
El niño agacha su cabeza y se larga a llorar; Inés lo
consuela. Los chicos forman fila para subir las escaleras de regreso al aula.
Aunque algo desordenados, logran acomodarse uno detrás del otro. Ezequiel no
obedece. Se aparta, disperso.
“Nosotras, como
maestras, tenemos que hacer todo un trabajo aparte con ese chico”, asevera la
maestra.
El problema de las vacantes varía según se trate de sala de
cuatro o de cinco. “Sí, cuatro es obligatoria también -explica
Sulpizii- pero como cinco es la última oportunidad que tienen de transitar el
nivel, se prioriza 5 años, y en segunda instancia, 4 años”.
En el artículo 24 de la Ley Provincial, se
habla de “jardines de infantes, para niños de tres a cinco años de edad
inclusive, siendo los dos últimos años obligatorios”. En el 26, se establece
que “el Estado provincial garantiza la universalización del nivel (de cuatro),
en el sentido de entender esta universalización como la obligación por parte del Estado de asegurar su provisión (…)
garantizando la igualdad de oportunidades para los niños que allí concurran”.
Para Paula, directora de un jardín de
San Antonio de Padua, lo principal está en adquirir normas institucionales,
distintas a las familiares. Para Lidia, directora del nivel primario, la clave
se encuentra en respetar las consignas, los tiempos, aprender a escuchar y a
convivir.
En un documento elaborado por la Dirección de
Información y Estadística en enero de 2009, los números del nivel inicial
en la Provincia
ponen en señal de alerta a la comunidad educativa (ver Las
salas más críticas de la
Provincia). A pesar
de algunas iniciativas para crear más jardines, en Florencio Varela, hace tres
años, el 33,4 por ciento de los chicos de 4 años se quedaron afuera del
sistema. En Esteban Echeverría fue el 32,6, y en Marcos Paz, el 29,1. La lista
de los municipios más críticos continúa con Tres de Febrero, donde este drama
afectó al 29,3 por ciento de los niños, mientras que en Merlo éstos fueron el 27,8.
En contrapartida a la escasez de salas de cuatro, la
capacidad sobrepasada en las salas de cinco genera un verdadero problema para
las maestras. Merlo es un caso emblemático en este sentido. “En realidad
–informa Sulpizii- por la nueva normativa, debería haber 25 chicos por sala,
que corresponden a una maestra. Pero debido a la gran demanda que nosotros
tenemos en el distrito, tenemos entre 30 y 33 chicos por sala”.
En este municipio, en 2008, el 61,5 por ciento de las salas no
cumplía con esta normativa. Sin embargo, la cifra parece menor si se la compara
con General Las Heras, donde nada menos que el 80 por ciento de los jardines
presentaba esta irregularidad. En Florencio Varela, el porcentaje alcanza el 72,1
por ciento, y en San Vicente, el 62,9.
El recreo quedó atrás, y es hora de estudiar. En la
vuelta al aula, Ezequiel agarra la cartuchera y desparrama los lápices, la
goma, la regla. No puede concentrarse. En la escuela primaria hay tiempos. Más tiempos de trabajo y cada vez
menos de juego.
***
A unas cuantas cuadras de
distancia del colegio de Ezequiel, en el jardín Caperucita Roja de San Antonio
de Padua, la jornada de Lauti
empezó, como todas las mañanas, con la ronda de intercambio.
-
A ver
quién me quiere contar qué hizo en su casa.
Con una voz que
destila música en cada palabra, la señorita Carla forma parte de una ronda de treinta
chicos ansiosos por hablar. Sentado en forma de indio, Lauti escuchó atentamente
las anécdotas de sus compañeros.
Después, Carla
les leyó una poesía: “El preguntón”.
Cuando
alguna cosa
quiero
yo saber,
a
todos les pregunto:
¿Por
qué?, ¿por qué?, ¿por qué?
Los pequeños no
pueden desayunar sin antes lavarse las manos. Tras tomar un mate cocido bien
caliente, Lauti acomodó las sillas rojas de su mesa, que había compartido con
otros compañeros. Sabe que después se viene el tiempo para el juego.
¿Por
qué cambia la Luna?
¿Por
qué hay un solo Sol?
¿Por
qué brillan las estrellas?
¿Por
qué vuela el avión?
La ronda que
abre todas sus clases en la sala de cuatro es fundamental para fomentar el
habla, ampliar el vocabulario y aprender a escucharse. “Además ayuda a
interpretar el intercambio pregunta-respuesta, y hasta sirve para ver cómo los
chicos arman la estructura de una oración”, detalla Carla.
¿Por qué miran mis ojos?
¿Por qué tengo dos manos?
¿Por qué en los piececitos
ponemos los zapatos?
El reclamo de los padres
¿Qué deben hacer los padres que no consiguen
inscribir a sus hijos en el jardín de infantes? “El responsable adulto de ese nene va al Consejo Escolar y ahí tienen que dar
una respuesta”, explica la
Asistente Social Gabriela Marán, especialista en primera
infancia y situaciones de vulnerabilidad.
“El Consejo Escolar –agrega- sería el
organismo inmediato para resolver, mediante el inspector que corresponde;
después sigue Dirección General de Escuelas y así, el Ministerio de Educación”.
Ambas leyes
(nacional y provincial) confieren a los padres el derecho a reclamar salas de
jardín en sus lugares de residencia en el caso de que este servicio no esté
totalmente garantizado.
Tras ordenar cada juguete en su lugar, la señorita Carla
armó de nuevo la ronda dentro de la sala. Esta vez, los acompañó “Tito”, un
títere con forma de león. Con él, los chicos aprendieron que todos los niños
tienen derecho a tener una vivienda digna. Ya habían aprendido el derecho a
tener un nombre y a alimentarse. Esta vez, cada niño pasó al pizarrón para
dibujar sobre una cartulina naranja todas las cosas que tiene una casa,
dividida en comedor, cocina, baño y pieza: la futura casa de “Tito”. Para poder
pasar al frente, la condición es sentarse bien, “con la cola en el piso”. La
jornada de Lauti terminó tras este nuevo aprendizaje. Mientras tanto, a
Ezequiel le queda un largo camino por recorrer.
Para
que este mundo
pueda yo entender
por favor, no me
respondan:
“no sé, no sé, no
sé”.
Recuadro
Las salas más críticas de la Provincia
Chicos de 4 años que quedan
afuera del sistema educativo inicial
- Florencio Varela: 33,4%
- Esteban Echeverría: 32,6%
- Tres de Febrero: 29,3%
- Merlo: 27,8%
- Marcos Paz: 29,1%
- San Miguel: 26,3%
Jardines que no cumplen con el máximo de 25 alumnos por sala
- General Las Heras: 80%
- Florencio Varela: 72,1%
- San Vicente: 62,9%
- Merlo: 61,5%
- Municipio de La Costa: 59,3%
- Ramallo: 57,9%
Fuente: Caracterización
del nivel inicial de la provincia de Buenos Aires en sus aspectos social y
educativo para la creación de nuevos establecimientos. Documento de trabajo
elaborado por la Dirección
de Información y Estadística, enero de 2009.